Introducción
Por la oración la persona se coloca
delante de Dios y le dirige su palabra . Este espacio de comunicación se llena
de Su presencia. Así en la oración sólo caben palabras verdaderas. En la medida
en la que la persona se encuentra delante de Dios pierden relevancia las
distancias entre los hijos de Dios. Las distancias que ha creado el tiempo
pasado se debilitan, los prejuicios de agravios se disuelven, las
interpretaciones de las doctrinas vuelven al origen de la fe que nos une.
La oración es un espacio ecuménico
privilegiado, la posición correcta en la que todo encuentra su proporción
y donde la luz de la fe todo lo ilumina. La luz de la fe múltiple en colores muestra
que la unión de los cristianos no es una estrategia de números o influencias.
En la oración, sólo queda brotando de la fuente de la misma fe un impulso de reconciliación y
unidad. Así la esperanza de la fe verdadera, se afianza con la fe compartida. La
misma fe adquiere mayor luz con la riqueza de las tradiciones en las que
la Iglesia ha buscado ser fiel a Jesucristo entre diversas culturas y lugares.
La oración para pedir la unidad
cristiana no se limita a invocar el don de la unidad. Ella misma abre el espíritu a
la unidad. Contemplar a Jesús orando al Padre provoca que la comunión del Hijo con el
Padre se extienda también a la comunión de todos los llamados a la fe de la
Iglesia. Así produce en
el corazón que contempla, un irresistible impulso a la unidad.
En la celebración de la eucaristía la
comunidad cristiana pide el don de la unidad y la paz:
"Señor Jesucristo que dijiste a los apóstoles la paz os dejo mi paz os doy, no
mires nuestros pecados sino la fe de tu Iglesia y conforme a tu palabra
concédenos la paz y la unidad"
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Oración por la Iglesia en Europa
María
Madre de la Iglesia
La herida en la Navidad
Amor y dolor por la unidad
Oración por la paz
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Cuaresma 2004
Señor mío Jesucristo
Amor y dolor por la unidad

Se me nubla la
mirada
al ver tu tanto
dolor
y no tener
compasión,
de la Madre que
te abraza
La Madre de la
Unidad,
nos muestra,
con su cariño
a tu cuerpo
malherido,
que es la
herida del pecado que nos tiene desunidos,
Es tiempo de
conversión
es tiempo de
regresar
y de volver a
encontrar
un poco de
compasión.
Cuaresma 2004 |